En este post voy a comentar un caso de inconformidad de la mamá de un niño de Tampico sobre la supuesta injusticia cometida contra su hijo. Lo hago poniendo como telón de fondo un chiste de Sigmund Freud.
El tema me parece importante para la organización de los concursos en Tamaulipas pues se debería evitar la intervención de las mamás en la organización de ellos (eso creo). El caso me recordó otro similar en 2009, el cual motivó mi renuncia como delegado Tamaulipas de la OMM.
El chiste como discurso incoherente
Ante la ausencia de racionalidad de muchas situaciones cotidianas (y de la política mexicana) me he puesto a leer a Sigmund Freud. La idea es que si no lo puedes explicar por la razón entonces la explicación debe estar en las pasiones, en las pulsiones primitivas del ser humano.
Es sabido que Freud descubrió en el chiste el reflejo del inconciente y su incoherencia, su carencia de lógica. Por ejemplo, es famoso el chiste del cliente que pretende irse sin pagar la cuenta. Es el chiste 51 en un libro de Sigmund Freud (denominado El chiste y su relación con el inconciente).
Este célebre chiste (que la verdad no es muy bueno) refleja nuestro mundo contemporáneo: ya no un razonamiento aberrante (que privilegia el disparate) sino el razonamiento normal del común de las personas (de acuerdo a mi experiencia en conversaciones cotidianas y en el aula de clase). Es el siguiente:
Entra el hombre a la pastelería y pide una tartaleta de manzana. Inmediatamente cambia de opinión y la devuelve, pidiendo en cambio una copa de licor.
Después de beber su copa, el hombre se retira sin pagar. El dueño le reclama: ¡Hey! se olvidó de pagar la copa de licor que se ha tomado.
El hombre responde: pero si le he dado a cambio la tartaleta.
Y el dueño: Sí pero la tartaleta tampoco la pagó.
Y dice el hombre: ¡Claro! ¡No la pagué porque no me la comí!
Como en un sueño, cada fragmento de diálogo da lugar a otro por asociación y, en sí mismo, es correcto; pero globalmente el discurso (del gorrón) es incoherente. Pero en su incoherencia busca lograr un objetivo, busca salirse con la suya.
Cuando entran las pasiones (en el caso del chiste, la maña de ser gorrón y el afán de un trago), la lógica (la racionalidad) se hace a un lado. En el doble sentido de eludir el discurso pasional (o no enfrentarlo pues se sabe que ello es inútil), y en el otro sentido de que la pasión toma el mando de las acciones relegando la lógica a un segundo plano. El discurso pasional no entiende razones. Y no las entiende porque la pasión tiene comando.
El caso de Josué y su mamá
Creo que el chiste del gorrón de Freud ilustra el caso de doña Galindo y su hijo Josué quienes, como en la fábula del camello y el beduino, primero pidieron meter la cabeza, después el cuello y al final ya querían toda la tienda para ellos solos. (Ver el intercambio de comentarios en la noticia de la selección de la ONMAS Tamaulipas 2013.)
En este caso la pasión fue el amor de madre y el afán de que su hijo asistiera al concurso nacional. Y, bueno, en opinión popular, la irracionalidad queda doblemente justificada: por ser mujer y por ser madre.
Habría que decir que una parte del affair fue totalmente racional --con planeación estrategica de por medio. Al estilo de los estafadores, primero preparan al pichón (la víctima)... y en su momento le quitan todo.
Primero, la mamá manda a su hijo por delante: "revise mi examen porfa no entiendo por qué tengo un uno". Y bueno, a mí me simpatizó que un niño de quinto de primaria tomara la iniciativa de solicitar una revisión. Así que lo mandé con el delegado: "OK pero habla con el delegado para que me lo preste."
Después de unos días el delegado me prestó el examen. Y sí había un error y le digo a Josué: "ya lo revisé tienes 27 puntos"
Luego, ahora sí aparece el cerebro de la solicitud en la persona de doña Galindo: "actualicen el acta porfa para que mi hijo tenga ese recuerdo. (Hasta aquí ya habían metido la cabeza y solicitaban meter ahora el pescuezo.)
Una vez que se dieron cuenta que el delegado ya se había fastidiado y no actualizó el acta, doña Galindo se puso agresiva: "tienen que mandar a mi hijo al nacional pues tiene mas puntos que uno de los seleccionados".
Y, bueno, los últimos dos comentarios de doña Galindo ya no los aprobé --MaTeTaM no está pensado para pleitos de comadres... El caso es que la exigencia de doña Galindo era incongruente con las reglas del concurso: no se podía incluir un niño de primaria en la categoría de primero de secundaria (Josué no tiene más puntos que ninguno de los dos seleccionados de primaria).
En fin que doña Galindo (según los dos comentarios no publicados) alegó que en la convocatoria no se especificaba esa regla y, en su afán de cumplirle a su hijo, habló por teléfono con el comité nacional... y bueno, pues no se en que vaya a acabar ese affair. Lo bueno es que yo ya no soy delegado de nada.
Recordemos, para finalizar, que un caso parecido provocó que yo renunciara a la delegación de la OMM en octubre de 2009. (Ver mi post sobre Renuncia del delegado.)
Y también fue por el afán de una mamá de Tampico de que su hija ingresara a la selección. (Curiosamente también usó la estrategia del camello y el beduino...) --Parece ser que se está cumpliendo la profecía que me hizo saber la húngara que me leyó la mano hace 50 años--
Los saluda
jmd