
Como se sabe, hay diversas clasificaciones de triángulos que dan cuenta de su diversidad de forma: de acuerdo a la medida de sus ángulos pueden ser obtusángulos, rectángulos, acutángulos; de acuerdo a la relación de las medidas de sus lados pueden ser equiláteros, isósceles, escalenos. Es por eso que una noción previa a la definición de congruencia de triángulos es la de correspondencia. Y esto porque un triángulo (y cualquier polígono) es una configuración que consiste de puntos y segmentos de recta (lados) que unen pares de puntos.
Decir que el triángulo ABC está en correspondencia con el PQR significa que la correspondencia entre sus vértices es A→P, B→Q y C→R. Y en esta correspondencia queda implícita la correspondencia entre sus lados: AB→PQ, BC→QR y CA→RP. Pero también queda implícita la correspondencia entre sus ángulos: el ángulo en A (o bien, ∠BAC) corresponde al ángulo en P (o bien, ∠QPR), etcétera.1
1). No todos los textos siguen esta convención, es decir, aun cuando afirmen “ABC está en correspondencia con IJK” no respetan las reglas anteriores de las correspondencias implícitas –una lástima… pero qué se le va a hacer.